lunes, 19 de febrero de 2018

Excursión X128: Yacimiento Dehesa de la Oliva, cueva del Reguerillo y presa de la Parra

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pontón de la Oliva. Patones

Final: Pontón de la Oliva. Patones
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 20 Km 
Desnivel [+]: 927 m 
Desnivel [--]: 927 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Iniciamos la ruta en el aparcamiento del Pontón de la Oliva, situado en el kilómetro 0,3 de la M-134 con intención de coronar esta mítica presa y conocer algunos otros puntos de interés de la zona, pero para nuestra sorpresa, un vigilante nos impide el paso nada más comenzar a andar, por estar cerrada la pasarela de la misma por obras.

Se decide entonces continuar, a pesar de que al regreso no podremos visitar la presa. Enlazamos con el GR-10, que primero asciende hacia el Cerro de la Oliva en dirección noreste, hasta llegar a unas tuberías del Canal del Alto Jarama, donde gira hacia el oeste.

A 1,4 Km del inicio dejamos el GR-10 para desviarnos en dirección noroeste hacia el Yacimiento de la Dehesa de la Oliva, justo después de pasar por un colmenar y pasar por un abrigo construido bajo una gran roca.

Este cerro, situado en la confluencia de los ríos Lozoya y Jarama, da cuenta de una dilatada ocupación a lo largo de la historia, pues en él se localizan yacimientos de diversos períodos, desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

El yacimiento principal es una ciudad carpetano-romana que ocupa una extensión cercana a las 30 hectáreas. Las diferentes campañas de excavación realizadas en la última década han permitido fijar su desarrollo entre comienzos del siglo II a.C. y la época visigoda. Algunas de las estructuras excavadas y conservadas han sido objeto de una intervención de restauración y puesta en valor en el año 2006, con el fin de hacer visitable el asentamiento.

Alberga un poblado amurallado, con edificios rectangulares que forman calles y manzanas configurando una trama urbana bien desarrollada. Destaca también la existencia de una alberca, edificios públicos y abundantes hornos y hogares.

Tras visitar el yacimiento y conocer su historia, recogida en carteles informativos bien conservados, nos dirigimos hacia el noreste para asomarnos al impresionante desfiladero que el río Lozoya ha labrado en este valle.

Desde allí, divisamos el Pontón de la Oliva,donde dos mil presos trabajaron a muerte para construir la presa y una conducción por la que las ricas aguas del río Lozoya corrieron a lo largo de 76 kilómetros para ir a dar, el 24 de junio de 1858, a un surtidor de doce caños en la calle de San Bernardo, junto a la iglesia de Montserrat. De la joven reina que lo inauguró, tomó su nombre el canal.

Buscando la entrada norte de la Cueva del Regerillo nos topamos con uno de los muros defensivos del poblado romano, y restos de edificios porticados que debieron existir aprovechando la visera de un largo abrigo natural que forma el cerro. Tras un rodeo buscando la mencionada entrada a la cueva, desistimos y nos dirigimos hacia la entrada principal de la misma.

La entrada occidental está situada junto a una de las casetas que hacen de sifón del canal, a pocos metros del camino de servicio del mismo. La cueva está cerrada con reja al público en general y sólo se abre para expertos en espeleología, debido al peligro que encierra para los neófitos el acceso libre y los desmanes que se han cometido en el primer nivel, donde existían pinturas rupestres, que han sido prácticamente destruidas por la mano del hombre.

La cueva es un complejo sistema subterráneo en roca caliza de tres niveles, de los cuales, el primer nivel, es asequible. Los otros dos niveles tienen un carácter muy técnico y se reservan para la visita especializada de espeleólogos. En este enlace podemos saber mucho más de ella.

Tras las fotos testimoniales de haber estado allí, descendemos al camino de servicio, coincidente con el GR-10, al que seguimos, cruzamos la M-134 y tras pasar cerca de la minicentral del Atazar, al llegar a un puente, nos salimos del GR-10 para continuar por una agradable senda que discurre, en dirección norte, junto a un arroyo seco por el pinar de los Laderones.

Al alcanzar la parte más alta del pinar, nos salimos de él para bajar por un cómodo sendero que nos lleva a la carretera M-134, que cruzamos para descender por una pista en dirección al río Lozoya. En uno de sus muros antipánico paramos a dar cuenta de los bocadillos y descansar un poco.

Enlazamos con la senda del Genaro (GR-88), que sigue el camino de servicio del Azud de la Parra, remontando en plácido paseo las aguas del río Lozoya, que nos quedaba a la derecha, y tramos visibles del azud, a nuestra izquierda.

Al poco, tras pasar junto a la presa de Navarejos, cruzamos el río por unos grandes bloques que han colocado en su lecho, para evitar el paso por la presa de la Parra, pero nosotros queremos pasar por ella, por lo que continuamos, en dirección noroeste, cruzamos el arroyo Robledillo, que estaba seco y llegamos a esta singular presa.

Como resultaba imposible, en las épocas de estiaje, mantener el nivel del agua en el embalse del Pontón de la Oliva, a una altura suficiente para poder entrar en este canal, por las filtraciones de la zona, se prolongó el canal aguas arriba unos 6 km, en 1860, mediante un túnel trazado por la margen derecha del Lozoya, hasta alcanzar un punto en que era posible tomar agua del río mediante un pequeño azud de derivación que también se construyó. Es el azud de Navarejos, denominado en algunos documentos como Navalejos.

Se comprobó que en este punto se presentaban turbias cuando llovía en la zona, incluso cuando posteriormente el río se reguló desde el Embalse de El Villar.

Un punto de gran aportación de turbiedad, en épocas de lluvia, se encontró que estaba en la entrada de las aguas del arroyo Robledillo, algo más de un kilómetro más arriba del azud construido. Para evitarlo, se prolongó de nuevo el canal unos 2 km aguas arriba y se construyó un nuevo azud en 1903: el Azud de la Parra, que dio el nombre actual al canal.

Cruzamos la presa por el puente aéreo existente por encima de la misma, iniciando el regreso por el camino de servicio, que pronto dejamos para evitar la gran curva que da para salvar el cerro de Cabeza del Molino.

Recuperado el camino, continuamos el paseo por dicho camino de servicio del Azud de la Parra, que ahora nos queda a la derecha, y el río Lozoya a la izquierda, contemplando numerosos túneles de entrada al azud que se utilizaron para acceso al mismo durante su construcción.

Sobre el kilómetro 14, al llegar a la zona conocida como los Chirruscados, nos desviamos a la derecha, dada la imposibilidad de pasar por el Portón de la Oliva, como comentamos al principio, ascendiendo por una pista, en dirección sur, que zigzaguea con bonitas vistas del valle a nuestras espaldas hasta alcanzar el cruce de la M-134 con el GR-10.

Por dicho GR continuamos, desandando el camino inicial hasta llegar de nuevo al aparcamiento donde habíamos dejado los coches a primera hora de la mañana. 

El broche de oro a la bonita y soleada jornada lo pusimos al tomarnos unas cervezas acompañadas de estupendas raciones en el bar Melones de Patones, invitación de los cumpleañeros Jorge y Santi, aumentando así a 4,5 estrellas la valoración de esta excursión.
Paco Nieto

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