lunes, 26 de febrero de 2018

Excursión X129: Canto Cochino - Cerro Ortigoso

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino. La Pedriza

Final: Canto Cochino. La Pedriza
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 15,2 Km 
Desnivel [+]: 914 m 
Desnivel [--]: 914 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL

* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Unir recorridos por la Pedriza y la Sierra de los Porrones es sinónimo de garantizar excelentes vistas de ambas, amén de pasar una jornada inolvidable. Y eso es lo que hicimos en esta espléndida mañana de lunes, en la que nos encaminamos a Canto Cochino para aprovechar este soleado día.

Desde Canto Cochino ascendimos, en dirección noroeste por la senda que transita por la loma de las Casiruelas, sorprendiéndonos enseguida un tramo en el que había una gran cantidad de enormes pinos "tronchados" que encontramos a nuestro paso, al parecer afectados por el Tomicus Destruens, un escarabajo que se alimenta y desarrolla en el tronco de los árboles,debilitando sus troncos.

El sendero culebrea entre jaras, arizónicas, pinos de repoblación y un par de arroyos secos, alcanzando a los 2,5 Km del inicio la fuente de las Casiruelas, que en contra de lo habitual, se alza encima de unas rocas y cuya pila tenía el agua congelada.

A pocos metros de la fuente, cruzamos la pista forestal que viene de Canto Cochino y que circunda, tras incontables revueltas, la Umbría de la Garganta hasta regresar de nuevo a Canto Cochino. Junto a ella se encuentra el Mirador de la Pedriza, que como su nombre indica tiene unas excelentes vistas de ella. Un panel informativo pone nombre a cada uno de los riscos y collados que desde él se contemplan.

Continuamos por una bonita senda con muchas zetas que suavizan los casi 300 metros de desnivel en poco más de un kilómetro del ascenso por la Umbría de la Garganta hasta alcanzar el PR-M16, previo cruce de la pista dos veces más, momentos en los que aprovechamos para reagruparnos y recuperar fuerzas.

Al poco de seguir el mencionado PR, lo abandonamos para subir campo a través unos 100 metros hasta alcanzar la Cuerda de los Porrones.

Fue justo donde se encuentra el Cancho Mágico, en plena divisoria de la sierra de los Porrones, como también se la conoce, donde es mucho Guadarrama el que se contempla a la redonda: las cimas de Cuerda Larga, la Pedriza, el embalse de Santillana y los pueblos de El Boalo, Cerceda y Mataelpino acurrucados en la ladera de la Maliciosa.

Llevamos 6 Km recorridos, y con tan estupendas vistas continuamos por la Cuerda en dirección noroeste, bordeando el Cancho Porrón y el collado del mismo nombre, poco antes de enlazar de nuevo con el PR-M16, al que enseguida dejamos para continuar, en dirección norte hacia el Collado de los Pastores.

Continuamos siguiendo una senda apenas marcada por hitos que enseguida se interna en un frondoso pinar hasta alcanzar de nuevo la pista forestal, al pie de una caseta con antenas de los servicios de emergencias, y por la que seguimos unos 200 metros antes de alcanzar nuestro objetivo.

El collado de los Pastores es el punto más alto de la ruta de hoy, está situado a 1.748 metros, entre la Maliciosa Baja y el cerro de las Barreras, lo que le permite disfrutar de unas vistas excepcionales, prueba de ello son los 4 paneles informativos a los que han tenido que recurrir para describir todo su entorno.

Desde él, pudimos contemplar, la Bola del Mundo, la mencionada sierra de los Porrones, de donde venimos, la garganta por la que el Manzanares baja desde su cuna hasta el embalse de Santillana, formando el mayor conjunto de cascadas de Madrid; allende el río, la Cuerda Larga y la jungla granítica de la Pedriza, derramándose sobre la llanura en una catarata geológica, de pura roca; y, en las alturas, volando sin mover una pluma, como ángeles extasiados, los buitres leonados.

Tras dar cuenta de los bocadillos en este privilegiado mirador, continuamos unos 200 metros en dirección noreste hacia el Cerro de las Barreras, que con 1.772 metros de altura sería la mayor cota de la ruta y, por tanto, también con unas vistas que quitaban el hipo, accesibles después de una corta trepada. Hemos recorrido ya 7,6 Km.

Tras las múltiples fotos desde él, descendimos en dirección noreste, bordeando la cara sur de los dos cerros siguientes hasta alcanzar el Cerro Ortigoso, a 8,8 km del inicio, que es como un balcón entre el cielo níveo de las cumbres pedriceras y el infierno de la llanura.

Un balcón para solitarios, que se acercan como nosotros de buena mañana a la Pedriza a conocer las mocedades del Manzanares y escuchar el grito del agua recién nacida en los neveros de Cuerda Larga, despeñándose a sus pies.

Su prominente cima redondeada a 1.653 metros de altura no invita a ser conquistada, por lo que nos conformamos con las vistas desde su cerro anterior, que con 9 metros menos, tampoco son de desmerecer. Tras deleitarnos con ellas, buscamos una salida hacia el noreste, sorprendiéndonos que ésta resultase ser pasar bajo un túnel formado de manera natural por los enormes bloque graníticos.

Continuamos por un tenue sendero que se precipita hacia el este en busca de un muro de piedra que corre hacia el Collado Ortigoso. Sin cruzar el muro hasta alcanzar el collado, descendimos 200 metros en un kilómetro, en lo que eran ya 10 Km de recorrido desde el inicio. 

En su extensa pradera estuvimos buscando una fuente que viene dibujada en todos los mapas, pero que no fuimos capaces de encontrar.

Recuperado el sendero, tras volver a saltar el muro, tocaba otro descenso fulgurante, unos 180 metros en menos de un kilómetro entre pinos, con resbaladizo suelo debido a las hojas y piñas caídas.

Así hasta alcanzar el PR-M18, que a nuestra izquierda sube hacia los Chorros y a la derecha desciende paralela al río Manzanares, pasa junto a una fuentecilla, de la que apenas manaba un hilillo de agua, y busca la pista forestal, justo en la curva del puente del Francés.

Continuamos por la pista unos 400 metros, abandonándola a la izquierda por una senda que se acerca al río y conecta con la que desciende a la preciosa Charca Verde, donde daban ganas de quedarse hasta el atardecer, lo que sin duda harían las parejas que tomaban el sol junto a sus cristalinas aguas.

Pero como no podíamos quedarnos mucho tiempo en este paraíso, un oasis tras 12,6 Km de andadura, continuamos el descenso, tras convencer a una de nuestras mascotas para que cruzase el río, tras haberlo hecho antes por su cuenta.

Pegados a la orilla del río, en poco tiempo alcanzamos el Puente del Vivero, por el que cruzamos el Manzanares, al que acompañamos por su margen izquierda.

Al poco, pasando junto al puente Cola de Caballo, hasta alcanzar el Puente de las Ranas, por el que volvemos a cruzar el río, junto al segundo aparcamiento de la Pedriza.

En agradable paseo retornamos a Canto Cochino, inicio y final de nuestra bonita y exigente excursión, que se ha merecido 5 estrellas.
Paco Nieto

lunes, 19 de febrero de 2018

Excursión X128: Yacimiento Dehesa de la Oliva, cueva del Reguerillo y presa de la Parra

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pontón de la Oliva. Patones

Final: Pontón de la Oliva. Patones
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 20 Km 
Desnivel [+]: 927 m 
Desnivel [--]: 927 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Iniciamos la ruta en el aparcamiento del Pontón de la Oliva, situado en el kilómetro 0,3 de la M-134 con intención de coronar esta mítica presa y conocer algunos otros puntos de interés de la zona, pero para nuestra sorpresa, un vigilante nos impide el paso nada más comenzar a andar, por estar cerrada la pasarela de la misma por obras.

Se decide entonces continuar, a pesar de que al regreso no podremos visitar la presa. Enlazamos con el GR-10, que primero asciende hacia el Cerro de la Oliva en dirección noreste, hasta llegar a unas tuberías del Canal del Alto Jarama, donde gira hacia el oeste.

A 1,4 Km del inicio dejamos el GR-10 para desviarnos en dirección noroeste hacia el Yacimiento de la Dehesa de la Oliva, justo después de pasar por un colmenar y pasar por un abrigo construido bajo una gran roca.

Este cerro, situado en la confluencia de los ríos Lozoya y Jarama, da cuenta de una dilatada ocupación a lo largo de la historia, pues en él se localizan yacimientos de diversos períodos, desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

El yacimiento principal es una ciudad carpetano-romana que ocupa una extensión cercana a las 30 hectáreas. Las diferentes campañas de excavación realizadas en la última década han permitido fijar su desarrollo entre comienzos del siglo II a.C. y la época visigoda. Algunas de las estructuras excavadas y conservadas han sido objeto de una intervención de restauración y puesta en valor en el año 2006, con el fin de hacer visitable el asentamiento.

Alberga un poblado amurallado, con edificios rectangulares que forman calles y manzanas configurando una trama urbana bien desarrollada. Destaca también la existencia de una alberca, edificios públicos y abundantes hornos y hogares.

Tras visitar el yacimiento y conocer su historia, recogida en carteles informativos bien conservados, nos dirigimos hacia el noreste para asomarnos al impresionante desfiladero que el río Lozoya ha labrado en este valle.

Desde allí, divisamos el Pontón de la Oliva,donde dos mil presos trabajaron a muerte para construir la presa y una conducción por la que las ricas aguas del río Lozoya corrieron a lo largo de 76 kilómetros para ir a dar, el 24 de junio de 1858, a un surtidor de doce caños en la calle de San Bernardo, junto a la iglesia de Montserrat. De la joven reina que lo inauguró, tomó su nombre el canal.

Buscando la entrada norte de la Cueva del Regerillo nos topamos con uno de los muros defensivos del poblado romano, y restos de edificios porticados que debieron existir aprovechando la visera de un largo abrigo natural que forma el cerro. Tras un rodeo buscando la mencionada entrada a la cueva, desistimos y nos dirigimos hacia la entrada principal de la misma.

La entrada occidental está situada junto a una de las casetas que hacen de sifón del canal, a pocos metros del camino de servicio del mismo. La cueva está cerrada con reja al público en general y sólo se abre para expertos en espeleología, debido al peligro que encierra para los neófitos el acceso libre y los desmanes que se han cometido en el primer nivel, donde existían pinturas rupestres, que han sido prácticamente destruidas por la mano del hombre.

La cueva es un complejo sistema subterráneo en roca caliza de tres niveles, de los cuales, el primer nivel, es asequible. Los otros dos niveles tienen un carácter muy técnico y se reservan para la visita especializada de espeleólogos. En este enlace podemos saber mucho más de ella.

Tras las fotos testimoniales de haber estado allí, descendemos al camino de servicio, coincidente con el GR-10, al que seguimos, cruzamos la M-134 y tras pasar cerca de la minicentral del Atazar, al llegar a un puente, nos salimos del GR-10 para continuar por una agradable senda que discurre, en dirección norte, junto a un arroyo seco por el pinar de los Laderones.

Al alcanzar la parte más alta del pinar, nos salimos de él para bajar por un cómodo sendero que nos lleva a la carretera M-134, que cruzamos para descender por una pista en dirección al río Lozoya. En uno de sus muros antipánico paramos a dar cuenta de los bocadillos y descansar un poco.

Enlazamos con la senda del Genaro (GR-88), que sigue el camino de servicio del Azud de la Parra, remontando en plácido paseo las aguas del río Lozoya, que nos quedaba a la derecha, y tramos visibles del azud, a nuestra izquierda.

Al poco, tras pasar junto a la presa de Navarejos, cruzamos el río por unos grandes bloques que han colocado en su lecho, para evitar el paso por la presa de la Parra, pero nosotros queremos pasar por ella, por lo que continuamos, en dirección noroeste, cruzamos el arroyo Robledillo, que estaba seco y llegamos a esta singular presa.

Como resultaba imposible, en las épocas de estiaje, mantener el nivel del agua en el embalse del Pontón de la Oliva, a una altura suficiente para poder entrar en este canal, por las filtraciones de la zona, se prolongó el canal aguas arriba unos 6 km, en 1860, mediante un túnel trazado por la margen derecha del Lozoya, hasta alcanzar un punto en que era posible tomar agua del río mediante un pequeño azud de derivación que también se construyó. Es el azud de Navarejos, denominado en algunos documentos como Navalejos.

Se comprobó que en este punto se presentaban turbias cuando llovía en la zona, incluso cuando posteriormente el río se reguló desde el Embalse de El Villar.

Un punto de gran aportación de turbiedad, en épocas de lluvia, se encontró que estaba en la entrada de las aguas del arroyo Robledillo, algo más de un kilómetro más arriba del azud construido. Para evitarlo, se prolongó de nuevo el canal unos 2 km aguas arriba y se construyó un nuevo azud en 1903: el Azud de la Parra, que dio el nombre actual al canal.

Cruzamos la presa por el puente aéreo existente por encima de la misma, iniciando el regreso por el camino de servicio, que pronto dejamos para evitar la gran curva que da para salvar el cerro de Cabeza del Molino.

Recuperado el camino, continuamos el paseo por dicho camino de servicio del Azud de la Parra, que ahora nos queda a la derecha, y el río Lozoya a la izquierda, contemplando numerosos túneles de entrada al azud que se utilizaron para acceso al mismo durante su construcción.

Sobre el kilómetro 14, al llegar a la zona conocida como los Chirruscados, nos desviamos a la derecha, dada la imposibilidad de pasar por el Portón de la Oliva, como comentamos al principio, ascendiendo por una pista, en dirección sur, que zigzaguea con bonitas vistas del valle a nuestras espaldas hasta alcanzar el cruce de la M-134 con el GR-10.

Por dicho GR continuamos, desandando el camino inicial hasta llegar de nuevo al aparcamiento donde habíamos dejado los coches a primera hora de la mañana. 

El broche de oro a la bonita y soleada jornada lo pusimos al tomarnos unas cervezas acompañadas de estupendas raciones en el bar Melones de Patones, invitación de los cumpleañeros Jorge y Santi, aumentando así a 4,5 estrellas la valoración de esta excursión.
Paco Nieto

martes, 6 de febrero de 2018

Excursión X127: Hornos, Fortines y Búnkeres de Quijorna

FICHA TÉCNICA
Inicio: Quijorna
Final:
 Quijorna
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,9 Km 
Desnivel [+]: 286 m 
Desnivel [--]: 286 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta


TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

Aprovechando la tregua que este martes dejaba el temporal de nieve que había dejado blanca toda la sierra, buscamos una zona de menor riesgo de heladas y nieve, como es la del valle en el que se asienta Quijorna.

Con la idea de recorrer algunos de los escenarios de la Batalla de Brunete, nos dirigimos a Quijorna, situado al este del mismo. Un espléndido día con apenas unas nubes blancas nos sorprendió tras no ver el sol en todo el día anterior y las preocupaciones de algunos respecto a si habría nieve o hielo por la zona se esfumaron nada más ponernos en camino.

Iniciamos la ruta por la calle Virgen del Pilar, pasando junto a una fuente dedicada a ella. Cruzamos por un puente del mismo nombre el arroyo de Quijorna, producto de la unión del Arroyo de la Palanquilla y del Cantizal. Giramos a la derecha para, en dirección noreste, remontar este arroyo mientras cruzamos un parque vacío de gente.

Al terminarse el parque, encauzamos nuestros pasos por la pista de tierra que nos sale a la derecha, antigua Cañada Real Segoviana, que discurre paralela al arroyo, que a partir de aquí esta lleno de maleza. zarzas y arbustos, pero la pista está despejada, aunque con frecuentes charcos de agua que hacen las delicias de los peludos.

Cruzamos un arroyo sin agua y al pasar por la Vega de la Viñas una chica con su perro puso a prueba la pericia de Sol para sujetar a sus peludos, sobre todo a Vito, que a duras penas se le podía contener sus ganas de pelea.

Giramos ligeramente a la izquierda para continuar en dirección norte, pasamos por la zona conocida como las Caleras, preludio de la que nos encontramos a continuación, las ruinas un horno de cal bajo un montículo y de frente las de otro en mejor estado de conservación, aunque le falta la chimenea de la parte superior, y un poco más adelante, girando a la izquierda, junto a una pista, se encuentra el mejor conservado de la zona, el horno del Velago, a 3,5 km del inicio de la ruta.

Desde el siglo XVII hasta principios del XVIII hay numerosas referencias al empleo de la cal de Quijorna en edificios, palacios y otras obras de la provincia de Madrid, así como en zonas limítrofes, tal es el caso del puente de Segovia (Madrid) o la catedral de Toledo, en la época de esplendor de las caleras.

A mediados del siglo XVIII se inició el declive productivo de la cal en la zona. Según el catastro del Marqués de la Ensenada (1752) solo funcionaban en Quijorna 6 hornos que proporcionaban a sus dueños 6.200 reales/año.

En el XIX funcionaban en Quijorna sólo algunos hornos, mientras que en Valdemorillo, donde habían trabajado a la vez 12 hornos, con 60 personas, las caleras se encontraban casi en pleno abandono al final de la centuria, por la falta de rentabilidad. En la zona de Quijorna los últimos hornos de cal dejaron de funcionar hacia 1950. Los hornos industriales modernos (procesos continuos), instalados en la segunda mitad del siglo XX, acabaron con las caleras históricas (procesos discontinuos).

En el interior de la calera el cielo se deja ver a través del circulo de su chimenea. A pocos metros del mismo se hallan las canteras de donde se extraían los materiales para la combustión.

Discordante sobre el zócalo metamórfico aparece una formación arenosa, denominada por los geólogos facies Utrillas, que se distingue con facilidad por su luminosidad. Dichas arenas se han explotado históricamente para la producción de loza y refractarios. A techo de estas se presentan niveles margosos que dan paso enseguida a las calizas del Cretácico Superior. En esta zona las calizas cretácicas son de tono azulado o amarillento, aparecen algo alteradas, siendo su espesor escaso (2 a 4 m) y su extensión lateral no muy grande.

Se han localizado en la zona de Jarabeltrán-Camino de las Rentas (Valdemorillo) cerca de 20 hornos, así como dos molinos, mientras que en la zona del Vétago (Quijorna-Valdemorillo) quedan al menos restos de 13 caleras. Estos vestigios industriales ponen en evidencia la importancia productiva histórica de este territorio.

Tras la visita a las canteras, continuamos por la pista, en dirección noreste hacia el Cerro del Castillejo, desviándonos a la derecha para contemplar los restos de otro horno de cal, al que le falta la chimenea y un poco de limpieza. Es una pena que se dejen a su suerte, sin un plan de conservación y aprovechamiento turístico todos estos testigos de nuestra historia.

Remontamos el cerro para acercarnos a ver uno de los 16 búnkeres existentes en la zona. Como casi todos ellos, es un búnker que cuenta con una forma cilíndrica por delante, con un ligero biselado en la parte alta y extrañamente en la parte trasera es por donde tiene el acceso.

Poseen dos grandes aperturas colocadas en la parte frontal del búnker, para así cumplir con su función de nidos de ametralladora.

La mayoría de ellos están instalados en las colinas, en las que dada su escasa vegetación proporcionaban amplias vistas desde los búnkeres. En su alrededores se pueden observar los restos de las trincheras excavadas en zigzag, para evitar en la medida de lo posible los ataques aéreos y que facilitaba el acceso a los fortines.

Remontamos el Cerro del Castillejo y proseguimos por su cuerda hasta llegar a un refugio que ya conocía, pero que por desgracia ésta vez estaba cerrado. Desde su privilegiado promontorio de amplias vistas descendimos hacia el arroyo de la Fuente Villanos, desviándonos a la izquierda para visitar un puesto de mando y un refugio antiaéreo, que más tarde en el pueblo, nos contaron que estaban unidos por un túnel.

Continuamos remontando el arroyo en suave pendiente por la zona conocida como Las Rentas, primero dejándolo a nuestra derecha y tras cruzarle, dejándolo a nuestra izquierda, recorridos 6 Km desde el inicio, giramos a la derecha, siguiendo un sendero que al cabo de 100 metros nos deja a las puertas de entrada de una sorprendente cueva que fue construida por los soldados republicanos a pico y pala para ser utilizada como cuartel y refugio antiaéreo.

Nos introducimos en ella, sorprendiéndonos la gran cantidad de galerías que salen a derecha e izquierda de la principal, en las que aún se perciben las señales dejadas por los picos en su construcción. Toda una maravilla en perfecto estado de conservación que es utilizada ahora como morada de algunos murciélagos. Este vídeo cuenta una inquietante historia sobre ella.

Salimos más que sorprendidos de la cueva y en sus inmediaciones paramos a tomar el aperitivo y reponer fuerzas, continuando remontando el arroyo hasta alcanzar los casi 800 metros de altura de El Madroñal, con magníficas vistas de toda la sierra nevada como nunca la habíamos visto, destacando la Maliciosa y el Cerro de San Pedro por la gran cantidad de nieve que presentaban.

Giramos a la izquierda y nos acercamos a una chimenea sifón de la conducción del embalse de Picadas a Majadahonda, para al poco enlazar con de nuevo con la Cañada Real Segoviana, que enseguida abandonamos para continuar por el Camino de los Llanos, llegando enseguida a una casa con una estupenda mesa bajo chozo y unas vistas impresionantes de toda la llanura de los alrededores de Quijorna, de la que nos habíamos separado 9 km desde el inicio de la ruta.

En ella nos hicimos la foto de grupo y fantaseamos con la posibilidad de comprarla para nuestras escapadas románticas, porque el sitio bien lo merecía.


Continuamos en dirección suroeste hacia el Alto de los Llanos, al que llegamos tras pasar una cancela cerrada con un cerrojo pero sin candado. En la cima se encuentran las ruinas de lo que fuera el Cuartel de Mando del ejército republicano y un poco más adelante, el vértice geodésico de este cerro, situado a 746 metros de altura y al que me faltó tiempo para subirme. Estamos a poco más de los 10 km desde el inicio.

Desde allí, continuamos por el Camino de los Llanos, iniciando un descenso hacia Peñas Pardas, desviándonos enseguida momentáneamente un poco a la izquierda para asomarnos a un mirador natural de amplias panorámicas.

En la cima de Peñas Pardas contemplamos los restos de un nido de ametralladora y en sus proximidades trincheras que el paso del tiempo no ha logrado ocultar, como las heridas abiertas por esa guerra que solo en la batalla librada aquí dejó unos 20.000 muertos en cada uno de los bandos.


Desde esta cima descendimos en dirección oeste primero y luego norte, hacia el olivar en el que se encuentra un oxidado camión que muchos atribuyen a la Guerra Civil, pero que no es de este periodo de tiempo, se trata de un camión marca EBRO modelo B35, que comenzó a fabricarse sobre los años 50. Sus múltiples impactos que tiene deben de ser producto de algunos cazadores, aficionados a disparar a cualquier cosa.

Con un helicóptero en prácticas sobrevolando la zona, regresamos a Quijorna buscando la pista que en dirección sur nos llevó a la urbanización de la Charneca.

Pasamos junto a unos terrenos de labranza en los que asomaban ya brotes de trigo de intenso color verde. Sólo quedaba llegar al parque y cruzar de nuevo el puente de la Virgen del Pilar y celebrar el fin de etapa en el restaurante El Águila con un reconfortante menú.

Por la singularidad de la zona, cargada de historia, las bonitas vistas y el buen tiempo, ésta ruta se ha merecido 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS