miércoles, 30 de diciembre de 2015

Excursión X047: Collado Mediano-Cerro del Castillo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Collado Mediano
Final: Collado Mediano

Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  14 Km
Desnivel [+]: 519 m
Desnivel [--]: 519 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 3

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Excursión por la dehesas de Collado Mediano, que tuvo entidad individual y propia desde el momento en que consiguió su condición de Villa, allá por 1630, momento en el que se escindió de las tierras de los Mendoza, señores del Real de Manzanares tras diversos e interesantes avatares históricos.

Pero su historia viene de antes. Se ha detectado presencia de pobladores desde los tiempos romanos, pues ha sido descubierta a unos dos kilómetros del casco urbano, junto a una calzada, los restos de una posada romana que los arqueólogos han identificado como la antigua Miaccum, que visitamos nada más salir del pueblo.

De ella quedan las ruinas de una antigua "mansio" romana,​ situada sobre la calzada entre Segovia y Titulciam,​ mencionada en los Itinerarios de Antonino.​

La pieza más relevante es un mosaico descubierto en el siglo XVIII llamado de "las Cuatro Estaciones", conservado en el Museo Municipal de Madrid.

De allí nos fuimos a subir el Cerro del Castillo, disfrutando de la excelentes vistas que tiene su imponente mirador.

Regresamos por la cuerda, con bonitas vistas del embalse de Navacerrada y bajada bordeando la loma del Cerro del Castillo, pasando por la Cobañera, una singular covacha insignia de Collado Mediano.

Desde ella sólo restaba descender y llegar de nuevo al aparcamiento donde nos esperaba el coche.

Por todo lo anterior, esta excursión bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

martes, 8 de septiembre de 2015

Excursión X046: San Nicolás de Bujaruelo - Torla

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Bujaruelo
Final: Torla
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 18,7 Km
Desnivel [+]: 444 m
Desnivel [--]: 776 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Esta sería la última etapa de nuestra travesía, y ya se notaban los kilómetros acumulados, quizás por eso esta vez no madrugamos y despertamos en el refugio de San Nicolás de Bujaruelo bien repuestos del cansancio de la etapa anterior desde Gavarnie.

A pesar de su extraordinario valor natural y de los varios intentos llevados a cabo, intereses urbanísticos, turísticos y ganaderos han evitado que este paraíso se incorporación al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, aún a pesar de ser limítrofe con él.

Sin embargo sí que forma parte del lugar de importancia comunitaria Bujaruelo - Garganta de Los Navarros. Administrativamente, el territorio del valle forma parte del término municipal de Torla-Ordesa.

San Nicolás de Bujaruelo surgió alrededor de un antiguo hospital de peregrinos, construido en torno al 1150 por la Orden de los Hospitalarios y alrededor del cual hubo poblamiento hasta el siglo XVIII.

Desayunamos en el refugio y puntuales, a las 9:30, iniciamos la ruta que nos llevaría a Torla, pero como Juan siempre es una caja de sorpresas, primero quiso mostrarnos el Salto del Pich, situado aguas arriba del río Ara.

Para ello, cruzamos el puente románico y dejando a la derecha el desvío al Puerto de Bernatuara y Gavarnie, por el que descendimos ayer. Como teníamos que pasar de regreso de nuevo por el refugio, nos permitimos ir sin mochilas, todo un placer después de ir cargados con ellas durante toda la travesía.

Remontamos el río por su margen izquierda, de frente tenemos las resplandecientes moles de la Peña de Ordiso y Garma Azurillo, y la extensa loma de El Burguil.

Seguimops el GR-11, el sendero que cruza de oeste a este todo Pirineos, sale del cabo Higuer en el mar Cantábrico, y llega hasta el cabo de Creus en el mar Mediterráneo.

Tras nosotros, al este, el sol remonta las últimas montañas, todo un espectáculo.

Pronto llegamos al Barranco de Sandaruelo, justo donde entrega sus aguas al río Ara, cuyo topónimo pare derivar de la voz preindoeuropea "ar", que significa "corriente de agua o valle". Nace en la falda sur del macizo de Meillón y Viñamala, a unos 11 km de Bujaruelo y tras recorrer unos 70 Km, desemboca en el río Cinca, en la localidad de Aínsa.

Los dos ecosistemas más interesantes de este tramo del río s alternan constantemente: los prados o "fenales" y la vegetación de ribera que acompaña a las aguas del Ara.

A pocos metros, cruzamos el Barranco de Crapera y nos internamos en los prados húmedos de hierba fresca, salpicados de rodales de tejos, bojes, serbales y pinos silvestres que acogen a las aves de montaña.

Pasadas las exuberantes verdes praderas, nos adentramos en la Garganta de los Navarros, donde el camino se abre hueco por los enormes farallones a la derecha y un precioso bosque de hayas a nuestra izquierda.

Una curiosa fuente hecha con una caña nos sació la sed y terminó de llenar nuestras cantimploras.

Más adelante, dejamos a la izquierda el desvío al Puente Ocins y Valle de Otal, por el que a la vuelta pasaríamos, y continuamos de frente, hasta alcanzar el Salto del Pich, que con una longitud de 100 metro salva un desnivel de 150 metros, ofreciendo una imponerte vista.

Intentamos acercarnos lo más posible a la cascada, que con gran estruendo se desbordaba a nuestro alrededor. Nos hicimos un montón de fotos bajo este gran salto de agua, incluida la foto de grupo. Un poco más arriba se encuentran la cabaña del Vado y la de Ordiso, pero ya no daba tiempo visitarlas, aunque algunos del grupo sí lo hicieron en esta otra ruta.

Tras el grato encuentro con la cascada, iniciamos el regreso volviendo sobre nuestros paso para, al cabo de unos 350 metros, nos desviamos a la derecha para ver el puente colgante de Burguil, suspendido sobre el Río Ara tiene unos 15 metros y su balanceo al pasar sobre sus tablas puede que a más de uno le haga agarrarse al cable de seguridad que tiene a sus lados.

Desde él se tienen unas preciosas vistas del río encajonado en busca del Valle de Bujaruelo donde las aguas se tranquiliza y se vuelve menos impetuoso.

Enlaza con el Valle de Otal, pero por un sendero peligroso y casi inexistente, no recomendable.

Regresamos al cómodo camino del GR-11 para continuar el descenso, desviándonos un kilómetro y pico después para cruzar el amplio puente de Ocins, en donde hay unas buenas pozas, formadas por el río en su rocoso lecho, que se antojan ideales para refrescarse en verano.

Al otro lado, nos acercarnos a la fuente de Femalla para seguir por la margen derecha del río.

La fuente está construida sobre un mojón de piedra y por su caño salía un abundante chorro de agua muy fresca. Un poste nos indicaba que hasta San Nicolás de Bujaruelo quedaban 25 minutos. Y hacia allá fuimos, deleitándonos en el descenso con el exuberante paisaje.

Con el río a nuestra izquierda, rodeados de montañas, fuimos descendiendo en agradable paseo hasta llegar de nuevo al refugio de Bujaruelo, donde recogimos las mochilas para iniciar el regreso a Torla.

Cruzamos el puente para seguir la margen izquierda del río Ara, siempre paralelos y próximos a su cauce, se conoce como Senda de los Abetos o Camino de Cobatar.

En la primera parte hay una corta subida y tras entrar en el bosque es casi una bajada continua sin grandes desniveles. El sendero no es igual de cómodo en su totalidad, alterna tramos muy fáciles con otros mas complicados y algunos, muy próximos al río, por los que había que ir con más cuidado.

Cruzamos varios arroyos, el Barranco de Escusaneta, Gabieto y el de Cobatar, pasando por un frondoso bosque de abedules en los que abundaban los hongos y setas.

Sobre los tres kilómetros de recorrido llegamos al puente de los Abetos, que da acceso al camping Valle de Bujaruelo. Nos adentramos por su plataforma de hierro para ver las bonitas vistas que desde allí se tienen del río.

Allí nos quedamos un rato mientras hacíamos las fotos y nos extasiábamos con tan bellas panorámicas.

Regresamos a nuestro sendero y, a poco más de un kilómetro, llegamos al puente de Santa Elena, que cruzamos para seguir el sendero que baja por la margen derecha del río, mucho más interesante que la pista, aunque lógicamente, más incómodo.

Una indicación en un poste de madera informaba que al refugio de Bujaruelo había 1h30´ y al camping, 25´.

Al poco, pasamos cerca del Salto del Carpín y más abajo por un paso rocoso algo vertical, en el que han colocado una cadena para mayor seguridad.

A partir de aquí el sendero gana altura y se aleja un poco del río, pasa por una bonitas praderas con impresionantes vistas del Valle de Ordesa e inicia un fuerte descenso hacia el puente de los Navarros, al que llegamos tras recorrer unos metros la carretera A-135.

Cruzamos el puente, que en su parte central está formado por un gran arco de medio punto dovelado bajo el que discurre el río Ara, acompañado por cinco pequeñas arcadas en su parte superior a un lado y dos al otro.

Pegados al puente descendimos hacia el río Arazas, a escasos metros de entregar sus aguas al Ara. Cruzamos el río Arazas por una estrecha pasarela, acompañando a continuación al Ara en su descenso, entre preciosas praderas hasta dar con el Camino de Turieto, por el que continuamos bajando, con poca pendiente y en agradable paseo. 

Cruzamos el Barranco Duáscaro y enseguida alcanzamos el bonito Puente la Glera, puerta de entrada a Torla.

Su nombre se atribuye a una derivación de "Torre", en referencia a la torre defensiva que existió para defensa del valle frente a las incursiones desde territorio francés desde la época de Juan II de Aragón (siglo XV).

Esta fortaleza se supone construida donde hoy se encuentra la hermosa iglesia románica, sobre una gran roca que domina el valle y que la carretera actual atraviesa en túnel justo por debajo de la iglesia.

Buscamos un sitio para comer, pero como era un poco tarde, lo tuvimos complicado, al final en el bar El Taillón nos pudieron ofrecer unos suculentos bocadillos que nos supieron a gloria.

Dimos un pequeño paseo por el pueblo, visitamos la iglesia de San Miguel, una antigua fortaleza medieval que todavía conserva aspilleras y una torre fortificada hoy usada de campanario, y nos fuimos al hotel de Broto a ducharnos y demás.

Por la noche celebramos el final de la travesía en el restaurante de la Villa de Torla, poniendo así el boche final a esta nueva aventura pirenaica, que como no podía ser de otra forma, se mereció sobradamente las 5 estrellas.

En total, aparte de los 8km del primer día, más bien de entrenamiento, en la travesía hemos recorrido 73,8 km, hemos subido 4.229 metros y descendido 5.07 metros, ahí es nada.
Paco Nieto.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Excursión X045: Gavarnie - San Nicolás de Bujaruelo

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Gavarnie. Francia
Final: San Nicolás de Bujaruelo. España
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,6 Km
Desnivel [+]: 749 m
Desnivel [--]: 1.229 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Tras dormir en el albergue Gîte Le Gypaète, en Gavarnie, desayunamos muy temprano y nos preparamos para la que creíamos iba a ser una larga ruta hasta San Nicolás de Bujaruelo, pero Juan nos tenía preparada una sorpresa, había contratado los servicios de un taxi 4x4 para, por un lado acortar el recorrido y, por otro, evitar tener que repetir parte de lo pisado el día anterior, saliendo de un lugar diferente, la Presa de Ossue (Gavarnie).

Con mucha niebla y el cielo amenazando lluvia, llegamos a los pies de la presa, donde se sitúa una zona de acampada en la que existe una cabaña encima de un cerrillo.

Las montañas parecían fantasmagóricas, medio ocultas entre la niebla y de algunas de ellas se veían caer lágrimas en forma de cascada, estaban tristes hoy.

Nos preparamos y echamos a andar en dirección a la presa, situada donde originariamente había un lago glacial. Conforme avanzábamos, el ruido del agua sobrante cayendo desde gran altura era cada vez más atronador.

Cruzamos con cuidado el Gave d´Ossue por un puente metálico, pintado de verde. Ver desde aquí cómo el agua se desborda por todo el arco de la presa era todo un espectáculo. Un cartel informativo indica, entre otros destinos, el de Gavarnie, a 2h45´, eso que nos hemos ahorrado.

Esta es una de las puertas de entrada al macizo del Vignemale, con su mayor cumbre el Pico Vignemale o Viñamala, que hace frontera entre la provincia de Huesca (España) y Hautes Pyrénées (Francia) con hasta 16 cumbres de más de 3000 m.

Otro destino marcado como "Cabane de Lourdes" indicaba 0h30´, allí íbamos, ese era nuestro siguiente objetivo, en dirección sur.

Seguimos el sendero en suave ascenso, con unas vistas sobrecogedoras de un mar de nubes blancas flotando sobre el valle, a la vez que los primero rayos de sol asomaban por entre los riscos más altos de las montañas tiñendo de oro sus escarpadas crestas.

Cruzamos varios arroyos, de poco caudal, junto a uno de ellos, bajo unas rocas nos contemplaba un rollizo sapo que estaba tomando el sol.

A estas horas, las nubes y la niebla habían desaparecido por completo y un cielo azul, soleado nos aligeró el vestuario. Tras vadear el arroyo de Ruisseau d´Aube alcanzamos la Cabaña de Lourdes.

La cabaña, más parece una casita, de paredes blancas con dos cuerpos y un pequeño patio delantero, en el que aprovechamos para hidratarnos y tomarnos un respiro.

Reanudamos la caminata ascendiendo por la margen izquierda del arroyo Ruisseau de la Canau, que da nombre al valle en forma de U, típico de los valles glaciares.

El incesante murmullo del agua, que en ocasiones brincaba entre las rocas formando pequeños saltos, nos acompañaba, toda una delicia para los sentidos.

Cruzamos un par de arroyos y un poco más adelante, el propio Ruisseau de la Canau. Al llegar al Pla  de Canau, pasamos junto a un nutrido rebaño de vacas de raza bruna de los Pirineos, que proviene de una antigua fusión entre la vaca autóctona catalana y bovinos de raza Parda Alpina procedentes de Suiza. Su dócil temperamento y su buena aptitud materna en producción de leche y cuidado del ternero hace que sea una raza muy apreciada por sus criadores.

Al final del precioso y verde valle, dimos el último tirón hacia arriba para alcanzar el puerto de Bernatuara (2.338m), límite natural entre Francia y España, que nos regaló unas espectaculares vistas del Ibón de Bernatuara.

Pero antes de bajar a su encuentro, nos desviamos un poco a la derecha para coronar el pico del mismo nombre, que con sus 2.516 metros de altura ofrece unas vistas panorámicas únicas de las montañas circundantes y del propio ibón.

Estábamos justo a la mitad de la ruta de hoy, habíamos caminado unos 5,5 km, con un desnivel de casi 750 metros y no sabíamos como dejar este privilegiado mirador en el que Juan nos fue identificando los picos más relevantes.

Volvimos al puerto para iniciar el descenso de los poco más de 150 metros que nos separan del Ibón de Bernatuara, que tiene una superficie de 1,8 hectáreas y una altitud de 2.334 metros. Está encajado entre el pico Bernatuara y el pico de Gabiet o Punta de Sandaruelo.

En sus azuladas y transparentes aguas, de un gélido cristalino, nos refrescamos algunos, y a su vera sacamos todo lo que habíamos comprado para comer. y hacernos los bocadillos, de los que enseguida dimos cuenta mientras contemplábamos la belleza de tan precioso lugar.

Daban ganas de quedarse allí y pasar la noche contemplando las estrella.

Tras el descanso, retomamos de nuevo la marcha, afortunadamente ya solo quedaba descender hasta Bujaruelo, eso sí unos 1.200 metros de desnivel, ahí es nada.

Siguiendo las múltiples zetas del sendero, fuimos perdiendo altura, a la vez que nos acercábamos al arroyo de Bernatuara, desagüe natural del ibón, que con gran caudal descendía brincando, formando pequeños saltos de agua de gran belleza. 

Por los verdes laderas y con el arroyo siempre a la vista fuimos descendiendo. Cruzamos la Plana Sandaruelo, plagada de vacas que pactaban curiosas a nuestro paso.

Un poco más abajo, pasamos junto al refugio de Sandaruelo, y enseguida el sendero se va adentrando en un bosque, vadeamos el Barranco de Bernatuara y descendiendo junto a él, enseguida cruzamos por un puente de hierro el Barranco de Sandaruelo.

El sinuoso sendero se abre paso por el tupido bosque hasta que, de pronto, ya vemos el río Ara y el característico puente románico, el icono del lugar. No tardamos mucho en darnos un refrescante baño en sus aguas heladas, que nos quitó de sopetón todo el calor acumulado en la bajada.

Por la noche, en el refugio nos dimos un buen homenaje a base ce chuletas y otros manjares que nos supieron a gloria.

Por todo lo vivido y disfrutado en esta magnífica excursión, le otorgo 5 estrellas y porque no hay más.
Paco Nieto

FOTOS